Brisa de hombre muerto
Comienza a lloviznar.
Ya no tengo
lo que había querido.
Ahora extraño mi vida entera.
Ya no estoy bien, y
mi nostalgia se ha puesto gris.
(Pero tengo ganas: son ganas de ser No Sé).
Y sigue lloviznando.
Pero no quiero que pare,
quiero olvidármelo todo un rato más.
Yo tengo en el ser
una necesidad discreta de morir.
Pero nadie quiere saber:
hay vientos que se ven,
y nostalgias que se llaman amor,
y borrachos que hablan a solas
maravillas en la iglesia. (Yo sí lo sé).
A veces ya no hay nadie en la calle,
y comienza a lloviznar:
y yo no quiero que pare, quiero mirar
(quiero entristecerme un rato más).
Julio 17, 1999
Doble
Doble de anochecer.
Pies descalzos abrigándose entre sí,
rostro oculto entre las trémulas piernas,
brazos de pena me amortajan
jalándose la fe de la joroba.
Paredón insaltable
de niños traviesos,
columpio oscilate al vaivén, y vacío,
sobre una entreabierta loza sepulcral, y vacía,
el párpado desplomado a la pestaña, y frío,
huella de hambre en el balcón, y fría...
Mientras en coma, el clímax
rebosa el poro del animal pobre, y entre sí,
mientras en el punto, el orgasmo
traga el aguacero por la garganta, y entre nos,
la comida rancia,
fosa de llantos babeando amor.
Y a la noche de espaldas,
bata mojada en mi guarida,
un día para el día siguiente, y llora,
un retrato de mujer flaca,
alguien herido de una bala
que perforó a Dios, y llora,
un fulano de tal que está muriendo.
Noviembre 19, 1999
Yerto invernadero
Perdí.
Yo perdí.
Fue preferible
que me vaya al diablo,
que la mariposa inédita
no haya volado.
Era preferible, digo yo,
no llamar a nadie,
haber adelgazado a solas
(un rato de nervios),
un largo final: consecuencia
en que nadie hubiera podido llorar.
Perdí, insisto. Yo perdí.
Me abrigué lo suficiente
como para no sentir
ni la vida, y era preferible
que no haya sido yo el que era yo.
Era preferible, pienso yo,
no morir al instante,
sino más bien tardar un poco,
tomar un trago,
conocer un sitio más en el mundo:
calle sucia, invierno,
yerto invernadero,
mi cadáver misterioso
borrándose en la lluvia.
De Leonardo Paredes, "ROSAS DECAPITADAS (Preludio del color gris)".
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me sigue gustando tu poesia
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